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El altar (4)


14 noviembre 2018

El altar cristiano es simultáneamente el sacrificio en la cruz de Jesucristo y la mesa del Señor de la Última Cena en la cual Jesús instituye la Eucaristía. Los primeros altares cristianos toman como referencia la mesa en la que se realiza la primera Misa en el Cenáculo, por tanto podemos creer que se tratase de un triclinio judío.

Un triclinio es una mesa con forma de U, dónde en su parte central se deja un espacio libre para el servicio y en su perímetro exterior se colocan divanes ligeramente inclinadas para hacer más cómoda la postura a la hora de comer. La parte más distinguida del triclinio no es su zona central, sino la del extremo izquierdo, tanto para la cultura griega, romana y judía.
A partir del neoclasicismo entrará en declive el uso del retablo a favor de otras manifestaciones artísticas. Desde el Concilio Vaticano II se aconseja colocar un crucifijo de grandes dimensiones detrás del altar que ponga de manifiesto al creyente el sacrificio de la cruz que padeció nuestro Señor Jesucristo.

Debido a la diversidad de ritos católicos se decide en el siglo XVI fomentar una misma liturgia en latín que tiene vigencia hasta el Concilio Vaticano II bajo la denominación de Misa Tridentina. Hay que aclarar que esta unidad litúrgica no afecta a la validez de los 21 ritos ya existentes con anterioridad. La Misa Tridentina afecta la colocación del altar, pues el sacerdote oficia la Santa Misa de espalda a los fieles y de cara al Sagrario o Tabernáculo. Por este motivo el altar se encuentra adosado a la pared del fondo del presbiterio.

Desde el Concilio Vaticano II el altar vuelve a separarse y se cambia en la Santa Misa el uso del latín por las lenguas nacionales de cada país, oficiando ahora el sacerdote de cara a los fieles (Novus Ordo Missae).
El Papa Benedicto XVI en el año 2007 publicó el Motu Proprio “Summorum Pontificum” en el cual alaba la riqueza de la liturgia de la Misa Tridentina o Tradicional y favorece su uso en las parroquias dónde sus fieles lo pidan.

En el anterior artículo decía que “…la reforma litúrgica, solucionó de momento la cuestión de la Misa cara al pueblo colocando un altar provisional en medio del presbiterio. Digamos que se salió del paso, pero en la mayoría nos quedamos y seguimos en la provisionalidad...” Es preciso que las Conferencias episcopales, las Delegaciones, Congregaciones…etc, continúen con esta labor del Vaticano II.

Fr. Francisco M

 

Fray Francisco M. González Ferrera, OFM. 

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